martes, 7 de mayo de 2013

Muestra del poemario Cavilaciones y Sendas de Gabriel Desmar.


13-3-2011_22.3.11_1.jpg

Cavilaciones y Sendas
Gabriel Desmar

COLECCIÓN BÚHO DE CRISTAL.



El camino

Caminando el largo camino no visible,
como larga sombra, como soplo de viento,
a veces sé por dónde ir, a veces me pierdo
y camino inviernos  y primaveras luminosas,
siempre en busca del final del sendero.

Pasos de niño de la mano buena de mi padre,
cuidados de siempre por la mirada de mi madre,
pasos de arena, paso sutiles de leve huella,
que caminaron en la brisa, corrieron por el viento,
y se llenaron de alegría y de rocío marino.

Camino pedregoso de juventud indómita,
de lejanías y paso susurrante de claridades,
de conocer todo y vivir suspendido en el aire,
frágil como brizna en una tormenta gris,
caminé mis paso y atravesé el destino otorgado.

Mis ojos se perdieron con tantos caminos,
me fui por muchos tras claridades lejanas,
recorrí ancestrales huellas y nuevas huellas,
subí cansado a conversar en las alturas,
milenios entraron por mis huellas de esperanza.

Caminos verdes, cafés, grises y luminosos,
de selvas, altiplanos, ciudades de rostro nuevo,
me llevaron a otras vidas, como semilla viajera
como rayo de luz que cruza la pradera extensa,
que ilumina todo para encontrar nuevas tierras.

Caminé por el aire tras otros aromas difusos,
caminos sutiles hechos de nada y de todo,
de oriente y azules y verdes alturas cristalinas.
Huellas antiguas de antiguas civilizaciones,
unas ya idas, otras caminando hacia su destino.

Camino por años en busca de todo adelante,
nunca llego en los caminos infinitos difusos,
el final del camino está en mi mente viajera,
que espera que en el recodo se abra la primavera,
para soñar descansado por mí largo caminar.




Una nueva primavera 

Llega una brisa fresca anunciando su paso,
se despliega una luz armoniosa y transparente,
llenan mis sentidos de energías nuevas,
como sangre fresca recorriendo mis venas,
como savia nueva subiendo a las hojas.

El sol luminoso y la brisa marina costera,
es un bálsamo que envuelve el alma,
desdoblando el ser en un etéreo fluido,
que traspasa el cuerpo y se va a las alturas,
como perfume de verdes bosques florecidos.

Cuento mis años en frescas primaveras,
es un espectáculo del despertar de los sentidos,
es una lluvia de iones negativos en mis pulmones,
que despiertan el cerebro cansado de penumbras,
y lo impulsan a vivir pleno sus energías.

Me gustan las primaveras del norte de Chile,
su aire eternamente transparente  y sutil,
sus brisas marinas de salada presencia,
su silencio embriagador de caminos largos,
su mágica consistencia envolviendo el paisaje.

Primaveras de verdes follajes como melenas,
flores de infinitos colores palpitando al sol,
trinos de aves cruzando hacia ningún lado,
como pensamiento sin destino concebido,
cae lenta, envuelve todo, fusiona los elementos.

Cada primavera que empieza a nacer del invierno,
trae envuelto un llamado de esperanza,
trae fuerzas escondidas en las esquinas del viento,
para que nutran el alma de vitales elementos,
para absorber su fuerza y nuevamente renacer.





Observatorio Paranal

Ojos de la ciencia mirando el misterio lejano,
prístino cielo cobija cúpulas de brillantes metales,
leve aire de las alturas acompaña a la fría noche,
noche siempre estrellada, de negro profundo y leve luz,
enséñame que hay más allá, en esa lejanía tan eterna.

Quiero ver el principio de las cosas, el inicio de todo,
mirar en lo profundo, pasar por miles de galaxias,
llegar a la nada aunando todos a la vez sus cristales,
para ver el pasado, mirar el origen a 14 mil millones de años,
cuando nada existía, cuando todo comenzaba a crecer.                                    

Ínfima luz que circula silenciosa por espacios diluidos,
exhausta de viajes interestelares y curvando su camino,
dame tú el saber de tu origen pegado a tu presencia,
leve huella que atraviesas todo para traer  tu mensaje,
para decirnos y contarnos tu historia infinita primaria. 

Busca mundos como el nuestro en alguna estrella,
no quiero estar tan solo en este universo tan grande,
quiero sentir una mano planetaria que se extienda hacia mí,
encuéntrala mirando en esas noches tan lúcidas de cielo y nada,
e invítala a compartir este espacio y tiempo de plasma estelar.   

Monumento al saber y las preguntas inconclusas,
ábrete cada noche y acércate a la verdad insinuada,
encuentra nuestro lugar en el cielo brillante de estrellas,
llena nuestro conocimiento aún vacío de respuestas, 
y transpórtanos en tu luz al pasado eterno universal.





Melbourne & Clark

En Antofagasta hay un muelle olvidado y café,
de hierros y rieles hundidos en la arena algosa,
grúas antiguas luchando con la herrumbre salina,
apuntando al cielo sus viejos brazos de metal y gaviotas,
nadie la mira, su vida es nada, su vejez es larga.                                              

Por el bajó Emilio Sotomayor en un verano,
un 14 de Febrero ya lejano tembló el pino oregón,
ancestrales maderas que tapizan mar y tablones,
vieron nacer chilenas las calles, el salitre y el sol,
mientras las aves quietas en el cielo lo oteaban.                                                    

Máquinas de la lejana Inglaterra yacen heridas,
por sus nuevas maderas llegaban y partían,
seres y esperanzas de buques y velas al viento,
de salitre y pasajeros por los caminos oceánicos,
por el horizonte azul plateado y estelas blancas.                                              

Que largo es el olvido, se lo comió el tiempo,
sus bases se angostaron carcomidos sus rieles,
ya no hay fuerza de sostener lo mismo de antes,
mientras sus piernas heridas de algas se diluyen,
remaches, maderas, sonidos de otros tiempos caen al mar.

Roble americano y pino oregón conversan,
monumento nacional yaces de rodillas por los años,
lejano 1872 naciste y ahora estas envejecido e inútil.
tiempo retrocede y regálame su visión vestida de gloria
para poder contemplar  su magnífica presencia.




Tren a Sao Paulo

Estación esperando eternos viajeros,
esperanzas suben interminables y extensas,
de lejanas naciones y lenguas sin tiempo,
amalgama de personas y destinos conjugadas,
se acomodan en vagones rumbo al este.

Paisaje de horas con horizonte de ciudades,
Campo Grande en la lejanía verde oceánica,
conversando en andenes de brisas buscadas,
dejando pasar el tiempo de monótona cadencia,
de juventud sentada y cruzando a sus destinos.

Rumbo a Italia, a Río de Janeiro, a los sueños,
rumbo al futuro brumoso, tejido con hilos de esperanza
cadencia del tren en larga vía cargado de anhelos
transporta a todos a su vida insinuada,
en pos de un destino apenas revelado.

Aromas de comida invaden el tren,
sabores brasileros de café y sabores mezclados,
de rica herencia ancestral de su vasto mundo,
con toques de  Europa, América  y África  cocinados,
mixtura de sabores con equilibrio de planeta.

Planicies infinitas de infinito verde avanzan,
superficies generosas de agua y de follajes,
plantaciones eternas, de largos paisajes difusos,
entran en la noche de cadencia y hierro chirriando,
para llegar traspasando los días a Sao Paulo.




Sao Paulo

Ciudad de luces, de grandes edificios ojivales,
como paisaje de gigantes extendidos,
con plazas, parques y autopistas circulares,
con personas perdidas en el urbano paisaje,
edificio ondeado por cristal y viento poemario.

Del lejano oriente una perla incrustada,
de opalescente luz transportada por las aguas,
barrio japonés, ciudad burbuja de orientales brisas,
distinta, ancestral, milenaria y bullente,
colonia conservando su vida lejana y vital.

Parques y museos de arte se cruzan,
como metrópolis de otras latitudes,
millones de personas circulan con sus sueños,
a veces se ven, otras se intuyen en la marea,
en el pulso vital, en las arterias de la ciudad.

Café, leite, coxinha, infinidad de manjares,
tradición de cocina en infinitos lugares,
calles de pletórica y bullente economía,
centro financiero del extenso y sámbico  Brasil,
Se revela de a poco ante mis ojos buscadores.

Millones se mezclan día a día en el crisol,
en sus cristales, en sus perlas, en sus calles,
en sus alturas, en sus parques, en su cemento,
en sus razas, en sus sueños, en su fútbol,
para dar forma a la extensa ciudad esmeralda.

Grandes edificio conversando con las alturas,
como dedos extendidos de muchas manos,
como árboles de la selva quieta buscando el sol,
como bosque fundamental entrelazado,
se extienden por el inmenso paisaje de verdes colinas.





Río de Janeiro

Río de Enero verde y de largas playas,
de barrios indecisos en loca geografía,
con bahías diseminadas entre el mar,
ciudad con muchas ciudades dentro,
naturaleza en sinfonía de  verde y azul.

Copacabana larga y deportiva,
gentes corriendo en la mañana al viento,
en el atlántico mar de olas persistentes,
arenas doradas y juegos en las playas,
cultivo del cuerpo como polis griegas.

Ipanema elegante y señorial,
laguna Rodrigo da Freitas quieta,
barrios de exuberante vegetación,
como calles de quieto aroma y pasar,
como tranquilidad de barrios dormidos.

Pan de azúcar y sus cables leves,
pequeñas cabinas remontando el cielo,
paisaje de brumas en la alta cumbre,
mientras navego entre el mar y los árboles,
como un ave silenciosa cruzando el paraíso.

Corcovado vertical y empinado,
como buscando el cielo de los dioses,
cansado tren remontando sus laderas,
cristo inmenso observando la ciudad,
desde su gris esfinge de geológico granito.

Mira con dos ojos la ciudad allá abajo,
uno con alegría los bellos barrios,
otro con tristeza las fabelas diseminadas,
como dolor recordatorio de la pobreza,
como un todo amalgamando la ciudad.

Las laranjeiras, barrios incesantes,
sombras extendidas en follajes de selva,
lluvias y humedad cubriéndolo todo,
Malls, paseos, Botafogo hermoso,
incesante ir y venir de vida presurosa.


Centro de Río desconocido y revelado,
señorial ciudad con su teatro de ópera,
sus museos extensos y calles señoriales
mostrando su origen de imperio europeo,
desde el lejano Pedro Segundo y Leopoldina.

Metro subterráneo cruzando cerros,
estaciones singulares de revelada belleza,
nervios ocultos bajo la piel de la ciudad,
como caminos de aguas de la selva,
como trenes que te llevan a los sueños.

Maracaná inmenso coliseo del fútbol,
pasión brasilera del  deporte mundial,
Floresta da Tijuca, selva comprimida,
conservada en el centro de la ciudad,
como cápsula del amazonas en las manos.

Sambódromo, estadio lineal del carnaval,
belleza de sueños convertidos en trajes,
en música de los tiempos primigenios,
que circula por las venas al son de los tambores,
que nos llaman desde tiempos milenarios.

Comida de variados sabores fusionados,
de Portugal, de África, de América,
dendé color de naranja perfumado,
coxinhas, guaraná, camarones infinitos,
frutas generosas del extenso Brasil.

Río, ciudad marina y terrestre de selva,
intrincada geografía explorando rincones,
belleza inmensa desplegada al sol alegre,
con sus cerros, sus brisas, su humedad,
un regalo oculto a los sentidos sorprendidos.





Tokio

Tokio, ciudad infinita de oriental presencia,
de aromas marinos y vertiginoso sueño,
de orden, trabajo y limpieza ancestral,
ciudad subterránea y bullente de energía,
ciudad que va presurosa a todos sus rincones.

Shinkansen como avión blanco terrestre,
se desliza presuroso como un sueño,
como una nave que viaja a reinos escondidos,
como inusitada luz que cruza el firmamento,
para llegar en un tiempo leve a su destino.

Jardines imperiales de extenso recorrido,
museos interiores de tranquila presencia,
lagunas con peces de colores flotando,
aroma de té verde en antigua ceremonia,
que viene desde antes a recordar su historia.

Lluvia persistente en brillosas calles,
subterráneos interminables de trenes,
que van a todas partes cargados de ilusiones,
van a ciudad eléctrica y a Ginza elegante,
van a disneylandia y a los templos sintoístas.

Budismo y sintoísmo caminan juntos,
templos diseminados de rojo y dorado,
espacios inmensos sin paredes te reciben,
guerreros furiosos cuidan sus puertas,
y el comercio bulle en sus calles interiores.

Árboles con ramas colmadas de deseos,
perdidas peticiones sobre todas las cosas,
parecen que florecen todo el año con papel,
papeles amarrados con sueños pedidos,
a los dioses sintoístas de Azakusa.

Cerezos en flor de delicada presencia rosa,
con sus diminutas pétalos aterciopelados,
florecen en las calles y parques en primavera,
y dejan caer un manto de pétalos al suelo,
como camino de paz rumbo a los anhelos.


Yokohama puerto de tranquilas aguas,
jardines cuidados y largo paseo marino,
cruzo la bahía surcando sus orientales aguas,
navegando por su historia, por su puente,
recorriendo este lejano mar azul celeste.

Ciudad de lejanos shogunes y guerreros,
samuráis y códigos flotando en la historia,
espadas filosas de armas letales y precisas,
con miles de años siguen hoy como ayer,
traspasando el tiempo los artesanos ya idos.

Torre de Tokio de portentosa estatura,
diseminando ondas eléctricas con mensajes,
roja y blanca dominando el paisaje urbano,
allá abajo se divisan minúsculas las cosas,
las personas perdidas en la inmensidad.

En la lejanía durmiendo su geología,
se encuentra el volcán Fuji dormido,
de imponente presencia azul de brumas,
con su cresta de blanca nieve brillando al sol,
mostrando su imponente presencia ancestral.


No hay comentarios:

Publicar un comentario